Oración y meditación para agnósticos y ateos

La oración es la forma como le hablamos al universo, a Dios, a la Providencia o a la vida. También es la forma como nos hablamos a nosotros mismos, a nuestro interior, con el corazón.

A través de la oración pedimos al universo que nos cambie y agradecemos por todas las cosas que recibimos.

A través de la oración verbalizamos nuestros deseos más profundos y ocultos, e introducimos un caudal de energía positiva a nuestra vida al agradecer por las cosas que encontramos en el camino.

La meditación es la forma como escuchamos lo que el universo, Dios, la Providencia o la vida tienen que decirnos.

La meditación abre nuestra mente y nuestra capacidad de percepción para aprender lo que tenemos que aprender.

La meditación nos permite ver y escuchar lo que normalmente no vemos o escuchamos.

No hay una fórmula precisa para orar. Unos oran con el padrenuestro; otros le hablan a su Poder Superior, como ellos lo conciben, como si fuera un amigo; otros escriben y otros cantan. Unos oran cuando caminan, otros en la ducha y otros arrodillados antes de acostarse.

En cuanto a la meditación, hay quienes necesitan reposo y silencio total, hay quienes meditan cuando hacen ejercicio; también están los que recitan un mantra que les permite aquietar el ruido mental, los que ensartan cuentas en un hilo, los que caminan descalzos sobre el pasto y los que se sientan a tomarse un café mientras ven a las personas pasar.

Todas las formas son correctas, mientras nos permitan expresar nuestros deseos y agradecimientos más profundos, y mientras también nos permitan escuchar lo que la vida tiene que decirnos.

No importa si creemos en Dios o no.

Nos permiten darnos cuenta de que no somos el centro del universo.

Nos ayudan a encontrar nuestro lugar en el mundo.

 

La oración y la meditación son las formas como nos conectamos con el universo; nos predisponen a ser humildes y estar dispuestos a aprender. Nos ayudan a aceptar que el universo no gira a nuestro alrededor y a entender por qué.